Víctor Monge SERRANITO
(Semblanza)
Desde la cuna
Victor Monge “Serranito” nació en Madrid, el 16 de Julio de 1942, en el seno de una familia humilde. Su padre, Eloy, dedicado a la ebanistería, hacía verdaderos esfuerzos por sacar adelante a una familia de 3 hijos y una mujer, Belarmina, que ocupaba su tiempo en cuidarlos y educarlos.
Para Victor fue decisiva la guitarra que su padre conservaba pese a no saber tocarla. Animado por su padre, empezó poniendo tres o cuatro acordes siendo muy niño, y siguió aprendiendo con un vecino que logró intuir la sorprendente facilidad con la que aquel chiquillo asumía los escasos conocimientos que intentaba transmitirle.
Dicha facilidad hace posible que el caso de Serranito sea un buen ejemplo de la precocidad en el aprendizaje, ya que cuando apenas contaba 12 años de edad, se encontraba trabajando como profesional del instrumento y componiendo su propia música.
Pese a lo que se pueda creer, su apodo nada tiene que ver con el torero sevillano de finales del XIX y principios del XX, que tras su alternativa en 1905, consiguió un meteórico éxito que apenas duró tres años al caer mortalmente herido en Astorga (León) en 1908. Serranito es el nombre con el que llamaban al menor del grupo “Los Serranos”, en cuya formación también se encontraba su hermano como cantaor. Este trío de jóvenes artistas actuaban en El Riscal, lugar de encuentro de los artistas de cine de los años 53 y 54, y como se puede suponer, la música que interpretaban poco tenía que ver con el flamenco.
Dos años más tarde, con 14 años, fue contratado en la Taberna Gitana, conocido posteriormente como “Torres Bermejas”. El siguiente paso de su carrera lo da integrándose en la formación de un grupo de ballet con el que debutó en Pasapoga (Madrid). Esto marcó un hito crucial en la vida del artista, ya que se autoafirmaba como guitarrista profesional.
Su inquietud artística siempre le ha hecho acariciar la idea de tocar en solitario, y no debemos entenderlo como una presunción, sino como una necesidad vital.
Los primeros años de su carrera los dedicó a deambular por toda España, formando parte de las compañías, últimos coletazos de las entonces llamadas troupes, lideradas por Juanito Valderrama, Antonio Mairena y Marifé de Triana. También acompañó a Lebrijano, a José Menese y a Rafael Farina, entre otros.
En uno de esos viajes, en la Campana de Sevilla, estando de reunión Pepe Pinto con Antonio Mairena y la Niña de los Peines, cuando la gran Pastora apuntaba un cante por bulerías, aquel chiquillo tímido y discreto sacó su guitarra y empezó a tocar muy flojito, para no estorbar. Ante la sorpresa de propios y extraños, lo animaron a tocar a la Diosa del cante quedando ésta gratamente sorprendida, y no teniendo su marido muy claro a cual de los dos iban dirigidos los aplausos de los asistentes.